Situada junto al Pont del Treball Digne, la villa constituye un ejemplo de la ocupación del territorio próximo a Barcino, habiéndose identificado zonas residenciales y económicas, según se desprende de las informaciones publicadas en la prensa, puesto que pese a la expectación causada por la noticia de las excavaciones, no se ha producido un comunicado oficial respecto al resultado de las intervenciones arqueológicas que se vienen realizando bajo la dirección del Server d’Arqueologia del MUHBA.
Las intervenciones públicas del alcalde Xavier Trías, el teniente de alcalde Jaime Ciurana y el conseller de Cultura de la Generalitat, Ferran Mascarell coinciden en la necesidad de esperar al informe técnico de los trabajos para tomar una decisión sobre los restos arqueológicos, aunque los responsables del Ayuntamiento han abogado por una documentación exhaustiva, el traslado de los materiales arquitectónicos y decorativos más representativos (mosaicos) a la sede del MUHBA, y la no conservación in situ de los restos arquitectónicos. Con fecha de hoy, 7 de septiembre, se ha indicado la posibilidad de que los materiales pudieran ser expuestos en la Torre del Fang, un equipamiento cultural próximo al yacimiento.
Sin embargo, ya han surgido voces que solicitan la conservación y musealización de la villa romana de la Sagrera en su emplazamiento original. El caso retrotrae a la problemática de las excavaciones del mercado de El Born (sector de la ciudad medieval y moderna destruida tras la toma de Barcelona en 1714 para facilitar el campo de tiro a la ciudadela borbónica) y la paralización del proyecto de la Biblioteca Provincial de Barcelona que la oposición a la destrucción de unos restos considerados rápidamente como un símbolo nacionalista supuso. Desapasionadamente, el problema de la dicotomía entre preservación y documentación-destrucción de restos arqueológicos en ciudades con estratigrafía de ocupación superpuesta (Tarragona sería un ejemplo destacado de ello) es la valoración del valor del hallazgo. Nadie duda, y la legislación así lo contempla, que debe realizarse una documentación exhaustiva de todos los yacimientos para conocer el pasado de una ciudad, nuestra historia y el patrimonio cultural. Otra cosa es el proteccionismo ilógico y las implicaciones económicas que ello supone por la modificación o retraso de los planes urbanísticos. En referencia a la villa romana de La Sagrera, es evidente que las implicaciones que supondría reorganizar un trazado en una fase muy avanzada de ejecución tras los retrasos que ya acumula la conexión mediante alta velocidad con Francia, tiene unos costes económicos, sociales y políticos difíciles de asumir. Con todo, debería esperarse el informe técnico. Cabe recordar que ya existen, tanto en Cataluña como en otras zonas de España, villas romanas preservadas y musealizadas, por lo que tan sólo una arquitectura excepcional debería marcar una política de preservación.
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